Reflejos|sojelfeR


Con esta práctica he tratado de probar cómo, con elementos reflectantes como el agua o metales, cristales y plásticos, las formas y composiciones cambian creando juegos visuales bastante atractivos. Tal es el caso de la fotografía del horno o la de la “o”.


Además he intentado que los reflejos no sean sólo de imágenes sino también de colores. Es decir, observar cómo las luces rebotan en los objetos creando diferentes tonalidades de colores como ocurre por ejemplo en las fotografías de los CDs. Estas fotografías están preparadas pero, sin embargo, el resultado es tal cual lo recoge la cámara sin aplicarles ningún retoque.





















Por otro lado, he tratado de buscar composiciones simétricas o equilibradas y fotografiar

objetos cotidianos, como unos columpios, desde puntos de vista inusuales.

Un día en Ikea

Hasta el miércoles de la semana pasada pensaba que en Ikea sólo hay muebles. Ahora puedo decir que no son los muebles los protagonistas sino las personas.

Como he dicho, el pasado miércoles me fui con mi familia a Ikea, en Bilbao. Mi madre salía muy guapa en mi primera foto a las siete de la mañana con el primer café. Claro, teníamos que aprovechar el día así que nos levantamos muy pronto. Los primeros rayos de luz que se filtraban por las persianas rompiendo las líneas rectas de los muebles de casa dibujaban unas formas muy curiosas.

La verdad es que había más tráfico de lo que uno se puede esperar a esas horas. Una niña sentada en el asiento trasero no pudo evitar soltar una sonrisa cuando me cazó sacándole una foto. “Éste está loco” habría pensado. En cambio, el hombre que nos levantó la barrera para entrar en la autopista por poco nos cobra derechos de imagen. La verdad es que en el tramo entre Pamplona y Bilbao descubrí paisajes muy bonitos con diferentes tonalidades de verdes y azules.

Por fin, después de una hora y media larga, aparcamos en el parking subterráneo de Ikea. Primera sorpresa, en Ikea los muebles no los compran los adultos sino los niños. Todo está organizado reafirmando la famosa frase: “Los niños son los reyes de la casa”. Me reí con mi hermano, o mejor dicho, de mi hermano cuando entré al baño antes de subir a la primera planta y casi se cae al sentarse en un vater que no medía más de dos palmos de alto. Foto. Incluso tenían una zona de juego o guardería con un minicine incluido.

Una vez que cogimos el metro, la libreta donde apuntar las referencias, el lápiz, la bolsa y el carrito amarillo empezamos el recorrido. Es como un museo. Sólo hay que seguir el camino para observar a las familias, y a los muebles por supuesto. Primera situación: un niño de no más de 6 años escondido en un armario. Sus padres nerviosos porque no le encontraban y… foto. Unos metros más adelante y llegamos a la zona de camas, sofás, butacas, etc. Una familia había decidido traer al abuelo para pasar el día y ¿dónde estaba el abuelo? Pues, como era fácil de suponer, tirado en una cama. Foto. En una esquina un poco apartada me fijé como dos trabajadoras estaban pasando su rato de descanso reponiendo fuerzas y riendo. Foto. Pasamos a la zona de cuartos, escritorios, sillas, etc. A una joven de unos diez y ocho años se le veía indecisa a la hora de escoger su silla para la mesa de escritorio nueva. Por lo menos se levantó y se sentó cambiando de sillas diez veces. Foto a ella, y a su padre que le faltaba poco para estallar. Mientras, mi madre encontró el armario que estaba buscando y antes había visto en el catálogo. Era un armario no muy alto con ocho huecos cuadrados que se podían configurar al gusto de cada uno, ya sea poniéndole puertas, cajones, cajas, o bien, dejándolos vacíos. Pues bien, tenía un lío entre cajones, cajas, colores... que se merecía su segunda foto del día. Una vez apuntado todo: la referencia, pasillo, etc., avanzamos.

Las dos. Albóndigas suecas con patatas un bollo de pan, tarta de chocolate con almendras, un botellín de agua y un café para aguantar despierto toda la tarde. Nunca antes había fotografiado comida. Texturas, colores, formas, lo cierto es que podrían quedar fotos atractivas. De repente un grito de rabieta despertó los oídos de todos. Un niño, sentado en una silla muy graciosa no estaba por la labor de comer el potito por más que su madre insistiera. Tenía toda la cara manchada. Foto.

Después de recoger las bandejas volvimos sobre nuestros pasos a mi zona preferida: la de habitaciones de niños. Aunque no cupiera, me apetecía meterme en esas camas. Eran de cuento. Creo que todo el mundo habría deseado tener una habitación de esas de pequeño. Peluches, alfombras con carreteras para jugar con los coches, lámparas con forma de labios, literas con tobogán y mucho más decoraban habitaciones llenas de color. No sé porque motivo me di la vuelta y vi a un niño que estaba sentándose en una silla que, al recoger las piernas y cerrar una especie de persiana, adquirió forma de huevo. Esperé unos segundos a que se descubriera y... foto.

Bajamos al piso de abajo, cogimos un carro y a llenarlo de cosas que no teníamos previstas. Un señor salió muy gracioso en la foto cuando escogía entre dos delantales: uno de ovejas y otro de nubes. Ahora encendida, ahora apagada, ahora encendida, apagada. Así estuvo una niña en la zona de lámparas pasando el tiempo. Foto. Y otra intentando zambullirse en un cesto de cojines. Y una pareja discutiendo sobre plantas y macetas. Y un hombre mirándose en los espejos. Y así el resto de la visita inmortalizando situaciones que, de no haber llevado la cámara, probablemente no hubiera descubierto.

A las cinco, ya en el almacén, cargamos los muebles que apuntamos y nos dirigimos a las cajas registradoras. Bajamos al coche, saqué varias fotos a la gente (y a mi hermano) haciendo tetris para meter en el maletero todo lo que habían comprado y vuelta a casa.

Y es que en Ikea sólo hay que llevar una cámara de fotos para darte cuenta de que los muebles empiezan a ser importantes cuando ya están en el maletero. El resto del tiempo lo merecen las personas. Foto.

Práctica 1 | Árbol |



Lo cierto es que estuve dudando un rato sobre el árbol que iba a fotografiar. Al final escogí éste que encontré en el césped que hay entre el edificio de derecho y la Facultad de Teología. Era curioso porque estaba bastante aislado, algo que me atrajo ya que las fotografías podrían resultar bastante limpias al no tener otros objetos que distrajeran la mirada. Otro de los motivos por lo que lo escogí fue el color de sus hojas ya que, al ser rojizas, el contraste con el verde del césped podría resultar atractivo. Confieso que enfrentarme a este trabajo me ha costado bastante. Para conseguir seis fotografías medianamente decentes y diferentes entre ellas he tenido que tomar cincuenta y cuatro.


Con ésta práctica he intentado acercarme a tres aspectos de la fotografía: En primer lugar, he probado las posibilidades de mi objetivo “zoom” de 14/42mm. Así, he hecho fotos comparando el resultado entre un objetivo gran angular y uno aproximadamente normal. Por ejemplo, la fotografía que tiene un color más anaranjado en la que está recogido el árbol entero con el fondo del edificio de teología, está tomada con un gran angular. De este modo, da la sensación de que el árbol es más alto y que la mayor parte de los elementos de la foto fugan en el edificio.

En segundo lugar he probado a buscar composiciones diferentes con planos cercanos, otros más lejanos y alguna un poco más creativa como la fotografía de la sombra o la que ésta tomada desde abajo formando, con el tronco, una diagonal desde la esquina inferior izquierda hasta la esquina superior derecha. De ésta última foto reconozco que he cometido el error de no respetar la posición del suelo inclinándose así de manera irreal. En otras, la idea que he buscado ha sido la simetría dándole el mismo espacio a la parte de cielo que a la de césped.En último lugar, me he enfrentado a retocar un poco las imágenes. He cambiado el brillo de algunas, como la foto de la sombra, de nuevo, acentuándosela; o la fotografía de las hojas a la que le he resaltado, un poco, su color caoba.

No creía que un elemento tan común como lo es un árbol pudiera dar mucho juego, sin embargo, es curioso como después de haber tomado varias fotos y haberlas revisado en el ordenador te das cuenta de que aspectos, como el color o las composiciones, parecen pasarse por alto en el momento de disparar.