Elliot Erwitt

Nacido en París de padres rusos, Erwitt pasó su infancia en Milán, Italia, antes de emigrar con su familia a los Estados Unidos vía Francia en 1939. Siendo adolescente, mientras vivía en Hollywood, se interesó por la fotografía y trabajó en un laboratorio comercial antes de estudiar fotografía en la universidad de Los Angeles. En 1948 se trasladó a Nueva York y trabajó de conserje para pagarse los estudios de cine en la New School for Social Research.

En 1949, Erwitt viajó a Francia e Italia empuñando su cámara Rolleiflex. En 1951 realizó el servicio militar y lo enviaron a Alemania y a Francia al servi

cio de transmisiones del ejército, donde se ocupó de distintos trabajos fotográficos.

Antes de la conscripción, Erwitt coincidió en Nueva York con Edward Steichen, Robert Capa y Roy Stryker, antiguo director de la FSA (Farm Security Administration). Stryker dio empleo a Erwitt en el seno de la Standard Oil Company, donde se ocupó de la creación de una fototeca para la empresa. Más tarde, le pidió a Erwitt que realizara un documental sobre la ciudad de Pittsburgh.

En 1953, Erwitt se incorporó a Magnum Photos. Trabajó como freelance para "Collier's", "Look", "Life", "Holiday", y otras prestigiosas revistas ilustradas que en aquellos años pasaban por un buen momento. Trabajó siempre por su cuenta en distintas estructuras periodísticas y comerciales.

Erwitt se convirtió en presidente de Magnum durante tres años a finales de los años 60. En 1980, produjo 18 comedias para Home Box Office. En los años 70 realizó varios documentales célebres, entre los cuales están Beauty Knows No Pain (1971), Red, White and Bluegrass (1973), The Glassmakers of Herat, Afghanistan (1977), The Magnificient Marching 100 (1980) y The Many Faces of Dustin Hoffman. Obsesionado por los viajes, visitó numerosos países, tanto por placer como por motivos profesionales.

Sus dos obras Photographs and Anti-Photographs (1972) y Son of Bitch(1974), le hicieron célebre por su ironía condescendiente y su sentido del humor con un tinte de melancolía. Además, tenía el don de la sensibilidad humanista típica del estilo de Magnum. Sus obras se han expuesto en diferentes galerías de prestigio y en varios grandes museos de todo el mundo. Éstas también son muy apreciadas por los coleccionistas privados.
























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